Ayer en la mañana nos encontramos con unos de nuestros mejores amigos y sus hijas. Ellos iban para una finca durante el fin de semana y Sofi pidió permiso para irse con ellos y con su gran amiga y compañera Isabel. La dejamos ir y quedamos con un fin de semana al 50% de los niños, pues Pedro se quedó con nosotros y Sofi se fue.
Sin embargo, me ha impresionado lo que nos ha pasado: lejos de sentir un gran alivio por el espacio que ganamos, hemos tenido una sensación de vacío, varias veces hemos dicho durante el fin de semana "como nos hace de falta Sofi" e incluso Pedro parece extrañarla. Definitivamente, una vez que se tienen hijos la vida cambia por completo y es cierto que en muchas ocasiones uno dice "¡qué bueno tener un ratico para los dos solos!", pero cuando se tienen esos espacios se da uno cuenta de la falta que le hacen los hijos.
Rico que crezcan, rico que desarrollen su independencia, pero hacen falta en la casa. Increíblemente, uno se acostubra a sus solicitudes, a sus pedidos, a sus gracias y a sus cariños, así que cuando no están, la casa se siente vacía y distinta...
Acá estamos esperando que vuelva Sofi, pero definitivamente, nos ha hecho mucha falta.
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