Este año es definitivamente el de mayores avances en términos de lucha contra la insurgencia en Colombia. Quizá el de mayores victorias militares durante los 60 años de conflicto que se han vivido con los narco guerrilleros de las FARC y por ende será un año memorable en ese sentido. Ahora las FARC quedan en manos de alias Alfonso Cano, uno de los mayores ideólogos de ese grupo alzado en armas y de quien el Gobierno anunció hace algunos meses que tenían sitiado en una zona montañosa entre Cauca y Huila.
Frente a la muerte de Tirofijo, sería bueno establecer si fue cierto que pasó refugiado en territorio venezolano los últimos días, lo cual ayudaría a esclarecer aún más los nexos entre el gobierno de ese país y las FARC. Máxime cuando los peritos de Interpol confirmaron que la documentación de los computadores de Raúl Reyes no ha sido modificada y que por ende se trata de documentos veraces, dejando a la luz pública una cantidad de relaciones sospechosas entre el grupo guerrillero y los gobernantes de Venezuela y Ecuador.
La realidad parece ser que las FARC se han venido debilitando por variadas formas a lo largo de este año, incluyendo la desmovilización de comandantes como la guerrillera alias Karina que ha empezado a dar información valiosa para las autoridades. También es cierto que la financiación del plan Colombia parece estar dando mejores resultados y que los organismos de inteligencia parecen estar mejorando su accionar al volverse más efectivos. También se evidencia un sano fortalecimiento de la fuerza pública, tanto en el ejército como en la policía y en el poder judicial, lo que dibuja esperanzas para un mejor futuro de todos nosotros los colombianos.
Así las cosas, me reafirmo en lo que ya antes he mencionado en este espacio: creo que el país está en un momento en el cual los interesados en la igualdad de clases o en un mejor futuro para los ciudadanos del pueblo, deben repensar muy bien el medio a través del cual quieren generar los cambios sociales en los que dicen creer. Hoy, más que antes, el camino debe ser la vía política, en un país donde aprendamos a convivir con la diferencia de criterios, en una democracia donde cada cual pueda expresar sus ideas y que se utilice el camino institucional para gestionar los cambios, dejando atrás esa época negra en que cada uno se siente con derecho de imponer sus ideas o ideales por encima de los demás por las buenas o por las malas.
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